Hoy es un día triste, muy triste. Juan nos ha dejado para siempre, habiendo depositado una gran ternura en nuestros corazones. Sonrío al recordarle, porqué ha sido un placer haberle conocido.
Juan era un hombre especial, un hombre de mundo lleno de cicatrices. Recuerdo su mirada, donde a veces podías perderte encontrando en el fondo una gran tristeza. El brillo de sus ojos derrochaba sensibilidad y su rostro transmitía fragilidad. Su salud era delicada y ya tenía 71 años. Abuelito le llamábamos algunos con dulzura y a él en el fondo creo que le gustaba.
Me acuerdo del último día que le vi, del último rato que compartí con él. Tenía la cara magullada y el brazo vendado debido a una caída. Estaba sentado en la salita de la farmaciola, esperando su medicación. Su aspecto daba pena. Me acerqué a saludarle y le di dos besos, hacía tiempo que no le veía. Le acaricié el pelo, para mimarlo, para darle amor, porqué me salió del corazón. Lo tenía un poco largo y le recordé como me gustaba así. Me regaló un piropo al decirme que se lo dejaba largo porqué sabía que a mí me gustaba. Era todo un don Juan, cuando quería sabía quedar bien.
Es mi último recuerdo con él. Y es un recuerdo precioso. Nos reímos y le di cariño como si de mi abuelo se tratara. Porqué le quería mucho. Porqué él se hizo querer.
Lágrimas de honor han caído por mis mejillas hoy, al enterarme de la noticia.
Mis más sentidas lágrimas para mi Juan que jamás olvidaré.
Anna Skoumal
Molt bonic l’escrit Anna.
Un petonàs per tu també!
Dani.
Gracias por sentir, gracias por contarlo!
soraya
Anna…. ja sabia que a l’Ateneu teniem una “pluma” sensible i passional: la teva… segueix així. Silvia.